—Sigo siendo tu madre —murmuró mientras se limpiaba los ojos inyectados en sangre, poniendo una sonrisa valiente—. Nunca seremos solo extrañas. Está bien si necesitas algo de tiempo para pensarlo. Estaré esperando paciente el día en que decidas perdonarme.
—Tengo trabajo que hacer —dije de forma seca—. Por favor, vete ya.
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