—Emma, hace tiempo te dije que mi paciencia es limitada. Sin embargo, desafiaste mis límites una y otra vez. ¡Esta vez, me has enojado por completo!
Miguel sacudió con fuerza la mano de Emma. La mirada en sus ojos mientras la veía era fría e indiferente. Nunca tuvo ningún sentimiento por ella, y lo único que sentía hacia ella era repugnancia.
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