Joel entró, me dirigió una mirada y se aclaró la garganta. Su reacción me hizo sentir aún más avergonzada. Deseé enterrar la cabeza en la arena cuando recordé cómo nos vio a Miguel y a mí cuando nos besábamos.
—¡Di lo que tengas por decir y lárgate! —Miguel expresó su consternación al notar que Joel no dejaba de mirarme.
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