No importaba lo que dijera, todo caía en saco roto. Rodrigo se había vuelto loco. El agarre de su mano era tan fuerte que casi me aplastaba los hombros.
—Rodrigo, ¿qué estás haciendo? ¡Suéltame! Me estás haciendo daño. —Hice un movimiento de dolor en los hombros, la expresión furiosa de Rodrigo me hizo sentir miedo.
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