—¿Aún quiere negarlo? —le preguntó Miguel, entrecerrando los ojos al darle una mirada áspera, causando que Tania temblara más. Todos en la sala de juntas se le quedaron mirando y comenzaron a sospechar de ella.
—¡Señor Sosa, de verdad no lo hice! ¡Soy inocente! —Tania lo miró agitada, sus ojos poniéndosele rojos—. Por favor, averigüe la verdad.
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