—Me preocupas, Jaime; déjame llevarte a casa.
Natalia lo sostuvo del brazo y le pestañeó de manera coqueta. Si él la rechazaba de nuevo, incluso después de que yo hablara por Natalia, generaría sospechas, por lo que ya no lo hizo esta vez y accedió a que lo llevara a casa. Después de que ambos se fueran, pagué la cuenta y tomé un taxi para regresar a casa de Natalia.
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