Cerré mis ojos y me obligué a no pensar sobre esas cosas. Todo el cansancio acumulado de los últimos días finalmente me alcanzó, por lo que caí dormida poco tiempo después.
El sol ya brillaba con toda intensidad al momento que desperté la mañana siguiente, pero podía quedarme dormida por un rato más porque era fin de semana. Di un vistazo rápido al despertador y me percaté que eran las diez de la mañana; me estiré con mucha pereza en mi cama pues no deseaba salir de ella todavía. Es probable que quedarse dormido en los fines de semana sea todo un lujo para cada trabajador de oficina en el mundo. Justo en el momento que estaba a punto de volver a dormir, recibí una llamada de Raúl.
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