Si en realidad quisiera el dinero, se lo hubiera pedido desde la primera vez que nos acostamos, pero no lo hice. Todo lo que deseaba en ese momento era tener una conversación con él, no otra discusión, era un hombre dominante, mas no un desalmado. Miguel me escaneó de arriba a abajo con curiosidad, y no tenía que pronunciar palabra alguna para adivinar lo que estaba pensando y lo que estaba a punto de hacer.
—Te aconsejo que te olvides de la idea de ser mi novia. Puedo darte todo menos eso, nunca me casaría con una doña nadie como tú. ¡Conoce tu lugar!
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