La expresión de Miguel se ensombreció al asimilar lo que le habían dicho. Su mirada ardiente se desplazó hacia Eduardo en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Te he dejado estar aquí sólo para poner en peligro a tu hermana? —La voz de Miguel era fría como el hielo. Mientras se acercaba a Eduardo, éste entró en pánico cuando sintió que la presencia de Miguel emitía un aura poderosa.
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