Capítulo 15 El interrogatorio del patán
Sabía que Miguel era dueño de esta empresa de publicidad, pero como este solo era su negocio secundario, no esperaba verlo aquí; además, las posibilidades de encontrarse a ese ocupado hombre eran casi nulas. Más bien, mi enfoque estaba en conseguir este trabajo y ascender en él. Tenía que dejar de lloriquear y conseguirme un futuro.
Con mis aptitudes y mi experiencia, tenía la certeza de que podía conseguir trabajo en cualquier empresa, pero se trataba de Publicidad Dicha Dichosa, que tenía algunos de los mejores beneficios de empleado. Por lo regular, el proceso de contratación era un tanto estricto, así que no había manera de saber si me contratarían o no.
Después de la entrevista, me sentí fuera de lugar; para solo ser un negocio secundario, esta empresa era colosal, tanto que no me esperaba ver a miles de empleados trabajando aquí.
Por instinto, recordé la cara de Miguel. A pesar de tener apenas poco más de treinta años, tenía muchos bienes a su nombre. No podía comprender lo millonario que era.
«Quizás sea el sujeto más rico al que he conocido en toda mi vida».
Pero ese no era mi asunto; yo tenía solo una meta: que me contrataran aquí. Mientras caminaba por la calle, oré con fervor para que me aceptaran; sin embargo, mis oraciones fueron interrumpidas cuando un coche comenzó a tocar la bocina varias veces detrás de mí, era un sonido que irritaría a cualquiera.
—¡Andrea García! —Era una voz que podía reconocer incluso en las profundidades del infierno.
Aceleré el paso mientras fingía no escucharlo, pues no quería volver a ver jamás a ese cretino.
—¡Andrea, alto ahí! —Con unos cuantos pasos, Josué ya estaba frente a mí, molesto.
—¿Qué estás haciendo? Fuera de mi camino —le dije, tirándole una mirada intensa.
—Hay algo que quiero preguntarte. —Había un tono de ansiedad en su voz.
—Qué lástima, no tengo nada por hablar contigo. —Nuestra relación ya se había terminado y no había razón por la cual responderle.
«¿Quién demonios se cree que es para darme órdenes?».
Luego, seguí caminando, dejándolo atrás. Antes de poder seguir mi camino, me tomó con fuerza de los brazos.
—¿Cuál es tu relación con el señor Sosa? ¿Por qué el otro día actuaste tan cariñosa con él en el centro comercial? ¿Y a qué se refería con que sería más suave la próxima vez? ¿Te acostaste con él?
Durante sus últimas palabras, ya me estaba gritando, con un rostro furioso como si él fuera a quien engañaron. Le di una sonrisa fría antes de responderle:
—¿Acaso es asunto tuyo que tenga una relación con Miguel o que me haya acostado con él? ¿No crees que te estás entrometiendo mucho? —Desde el momento en que me traicionó, ya éramos desconocidos.
—¿Te acostaste con él sí o no? ¿Desde cuándo eres una mujer tan fácil? ¿El lado inocente que me mostrabas era una mentira todo este tiempo? —me preguntó de manera acusante con unos ojos llenos de rabia que penetraban los míos.