Mirando de manera fija la aguja que se acercaba a mi cuerpo, sentí de repente un gran miedo a perder el bebé que tenía en el vientre. Me aparté de la doctora con nerviosismo y salté de la cama.
—Lo siento mucho, doctora. Cambié de opinión. Creo que quiero quedarme con mi bebé. —Mientras me apresuraba a ponerme los pantalones, miré de manera fija a la doctora disculpándome. Me pregunté si era la primera que se arrepentía de la decisión de abortar justo en el último segundo.
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