Golpear a las mujeres era algo inaceptable, pero Miguel lo hizo parecer como un acto justificado. Yo solía odiar a los hombres que fueran violentos con las mujeres, pero no pude evitar sentirme conmovida por las acciones de Miguel como si supiera que lo estaba haciendo para vengarme.
Al momento que mis ojos chocaron con su frío y congelante rostro, mi corazón se llenó de una sensación cálida y acogedora; yo sabía que él había venido para rescatarme.
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