Capítulo 11 No te lastimaré la próxima vez
Justo cuando creí que Miguel no me iba a seguir el juego, de pronto puso un brazo en mi cadera y dio una sonrisa ligera.
—Discúlpame por habértelo hecho como loco aquella noche. ¿Ya te sientes mejor?
Una capa de sensualidad llenó su cara y su voz era tan tierna que casi me derretía. No podía negar que me perdí por un momento cuando dicho hombre galán me miró con una mirada tan dulce, pero cuando comprendí lo que significaban sus palabras, me puse roja.
«¡Santo cielo! ¡Cómo pudo ser tan directo!».
—Oh… Ah, ya me siento mejor —respondí, dando una risa avergonzada. Sus ojos me miraban tan profundos que no me atrevía a verlos de nuevo.
—Prometo que no te lastimaré la próxima vez.
Alzó la mano y me acomodó el cabello detrás de mi oreja, mirándome con toda la gentileza del mundo. Por alguna extraña razón, que me tocara me ponía nerviosa y me sonrojaba.
«¿Qué fue lo que dijo? ¿“La próxima vez”? No habrá una próxima vez, ¿está bien? Ya te regalé mi primera vez, ¿a qué te refieres con “próxima”?».
En mi interior, lo maldije, pero frente a Josué y Mabel, debía fingir una expresión de felicidad. En ese momento, pude ver el cambio de expresión en Josué, llenándose de furia mientras me observaba; por otro lado, Mayra estaba incrédula cuando me vio en los brazos de Miguel, dándome una mirada sospechosa.
—Andrea García, ¿estás diciendo que él es tu hombre?
Miguel era de manera significante superior a Josué cuando se trata de capacidad financiera y también de apariencia. A pesar de que Mayra no sabía quién era, podía percatarse de que Miguel estaba en otra categoría diferente.
—¿Por qué? ¿Acaso estás arrepentida de haber seducido a Josué en lugar de a él? —le pregunté con una sonrisa y una mirada fría
Con otra expresión, Josué dio dos pasos al frente.
—Señor Sosa —dijo Josué, saludándolo con respeto.
—¿A qué se debe todo el alboroto, señor Centeno? —preguntó Miguel con placidez, lanzándole una mirada.
Josué me volteó a ver, pero parecía estar incómodo al oír la pregunta de Miguel; quizá no sabía cómo responderle. Ahora estoy en los brazos de Miguel, y, aunque no tenía idea de qué sentía Josué, yo estaba rebosante de alegría.
—No, nada en realidad, solo es una cuestión personal. ¿Cómo es que tiene tiempo libre como para venir al centro comercial hoy, señor Sosa? —le preguntó Josué, cambiándole el tema, tal vez porque se sentía cohibido frente a Miguel.
—¿Lo conoces, Josué? ¿En serio es el novio de Andrea? —Mayra siempre había sido una persona orgullosa, así que era probable que se sintiera disgustada al ver que Josué lo tratara con tanto respeto; de inmediato, se nos acercó y continuó diciendo—: ¿Qué te sucede? ¡No hay manera de que él sea su novio! Ni siquiera lo había mencionado.
Mayra señaló a Miguel antes de enfocar su mirada en mí, su cara retorciéndose de envidia. No solo era Miguel más apuesto que Josué, sino que era un aura mucho superior. Por esa razón, era natural que le disgustara ver que él fuera mi hombre.
—¡Suficiente, Mayra! —Josué la tomó de la ropa, frunciendo el ceño.