No podía negar el hecho de que Miguel era un gran compañero en la cama, acostarse con él siempre era una experiencia placentera, cada toque que daba con sus manos o boca me ponía la piel de gallina, lo cual hacía que encendiera la llama conmigo. En mi mente pensaba terminar esta relación y la posibilidad de casarme con alguien más, y me pregunto si mi futuro esposo será tan compatible conmigo en la cama como Miguel y yo lo éramos. Después de todo, era difícil acostumbrarte a alguien nuevo después de haber pasado mucho tiempo con un solo cuerpo; pareció que Miguel sintió que estaba distraída, porque pausó y frunció las cejas.
—¿Por qué te ves tan distraída cuando estoy intentando darte placer? ¿No estoy haciendo lo suficiente?
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