—Mamá, ¡él se comporta así porque tú y papá lo han malcriado desde la niñez! ¡Solo míralo! ¡Nos va a condenar a todos si sigue con su mierda de no tener trabajo y andar de holgazán! —le grité enojada mientras apuntaba a Eduardo, el cual se estaba escondiendo detrás de ella. No me importaba si mis palabras afectaban la relación que tenía con mi hermano, sabía por defecto que si seguíamos así todos terminaríamos hartos.
—¿Cómo puedes decir eso de tu hermano? —me contestó mamá furiosa antes de que él pudiera decir algo. Siempre lo defendía sin importar lo que yo sentía, y eso no había cambiado aun ni con el estado en el que él se encontraba.
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