—¡Alto ahí, Miguel! ¿A quién llamaste vampiro?
No puedo creer que se molestara por el hecho de no saber cómo dejar una marca. Hoy, Miguel me ofreció un aventón a la compañía. No me negué ya que eso significaba que no tendría que tomar el metro y de este modo podría ahorrar un poco de dinero.
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