Capítulo 1834 Empujándolo hacia la línea de fuego
El clima era bueno ese día; el sol brillaba con fuerza, ahuyentando al frío. Me senté en frente de las ventanas de piso a techo mientras tomaba el sol. De pronto, Norman apareció en la entrada de la habitación. En cuanto lo noté, la paz que me había envuelto se desmoronó en la nada y mi expresión se oscureció al instante. Norman caminó hacia mí con pasos lentos e inestables. Era probable que cada paso que daba tiraba de su herida, pues frunció el ceño ligeramente.
—Ya regresé —anunció Norman.
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