Capítulo 136 En casa para siempre
Sonrió con desprecio mientras el dolor se reflejaba en su rostro. —¡Tú eres la que no entiende!
Se equivocaba. Para alguien con oscuridad y soledad en su corazón, no es posible ver la luz, aunque el sol resplandeciera en su rostro. Él no podía dejarme ir, pero no era por amor, sino porque sentía que terminaría igual que la abuela. Nunca le dimos la espalda sin importar lo horrible que fuera. La casa en la provincia R siempre sería su hogar. No tiene ningún sentido de pertenencia y es por eso que la soledad lo consume.
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