Capítulo 1027 Dos días

Por ello, decidí no decirle nada a Teresa por miedo a que la información dada fuera pasada a Armando. Me daba miedo que Braulio fuera a morir antes de poder convencerlo bajo circunstancias sospechosas en prisión. No era complicado encubrir noticias acerca de Teresa porque después de todo nos movíamos en los mismos círculos. Uno podía obtener cualquier información deseada con algo de esfuerzo. El Jardín Nuthana era una propiedad recién desarrollada y sus precios se elevaron al poco tiempo de ser terminada. Ahora se vendía por al menos 10 mil por pie cuadrado. Un apartamento de 1500 pies cuadrados valía alrededor de 15 millones. Teresa no tenía un trabajo estable ni un ingreso firme ni proyectos en mano. Naturalmente, su riqueza repentina había suscitado dudas en Tábata y Laura. ¿Cómo es que una chica de pueblo había adquirido lo suficiente para comprar el apartamento elegante y el auto lujoso en tan solo unos meses? Era evidente que Armando le estaba compensando muy bien a Teresa.  «¿Qué trabajo le hace Teresa para garantizarle una suma tan grande?» pensé. Armando no era una persona derrochadora de dinero. Pensé en lo sucedido en el País M y se me vino una idea inquietante en la cabeza: «¿Teresa ha sido parte de las maldades de Armando?» No tenía acceso al área residencial del Jardín Nuthana porque disponía de una seguridad muy estricta y los visitantes externos no tenían manera de entrar sin permiso de un residente. Solo pude quedarme a observar discretamente desde una de las salidas. Era el único método disponible, pero muy laborioso. Esperé toda una tarde entera antes de que el auto de Teresa se estacionara en la entrada alrededor de las 4 de la tarde. Conducía un Mercedes-Benz de último modelo. Me quedé viendo mientras el auto entraba al estacionamiento del sótano y saqué mi teléfono para marcarle a Laura. Tenía intenciones de invitarla con Teresa, pero mi teléfono sonó antes de poder marcar su número y la llamada era de Álvaro. Contesté y Álvaro de inmediato ordenó: