Capítulo 41 Licitación pública
—¿Y qué si estás casado con ella? No la amas. ¿No dijiste que me amabas, Alvi? Mi cuerpo está recuperado. Hay que tener otro bebé, ¿sí?
—Rebeca... —Lo que siguió a continuación fueron los gemidos de un hombre y una mujer. Cerré los ojos con fuerza y traté de evitar el ruido. Entre más trataba de no escuchar, más me sentía atormentada y mientras los gemidos de Rebeca se volvían más fuertes, mi cuerpo temblaba de manera violenta. Incluso sentí náuseas y empecé a tener jadeos secos. Siempre supe que pasaba algo entre ellos dos y no me sorprendió que se acostaran juntos. Sin embargo, nunca me imaginé atraparlos en el acto ni quería saber lo apasionados que eran en la cama. Duraron mucho rato. Para entonces, ya había vomitado todo y tenía el cuerpo sin energía. Me quedé sentada en la cama y mi corazón comenzó a romperse en mil pedazos siendo imposible de volver a recogerlos.
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