Capítulo 494 Tu propio hijo
—Álvaro, es hora de ir a dormir— le dije porque ya era tarde.
Álvaro soltó su teléfono, fijo su obsidiana mirada en mí y la esquina de su boca se torció en una pequeña sonrisa. No pude evitar hacer un puchero, su sonrisa siempre había sido demasiado encantadora.
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