Capítulo 107 Los viejos hábitos son difíciles de cambiar
—¡Yo soy la dueña! —exclamé, al tiempo que les mostraba mi tarjeta de identificación y el título de la propiedad—. Esta mujer entró a mi propiedad sin mi consentimiento y miren, incluso quebró un par de objetos de valor, ¡por favor, ayúdenme, oficiales!
—Muy bien, señorita Arias, ¿está herida? —preguntó uno de los oficiales mientras me regresaba mis documentos.
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