Capítulo 1510 Una dulzura empalagosa
Cuando Álvaro tocó mi cintura con su mano, sentí un cosquilleo que me devolvió mis sentidos. Evoqué la suficiente fuerza como para zafar mi mano. En el siguiente instante, tomé la mano de él que estaba toqueteando mi cuerpo. Mientras tanto, él me estaba ahogando con su beso apasionado. Una vez terminó, intenté recuperar mi aliento. Le advertí entre bocanadas de aire:
—¡Ál… Álvaro! ¡Detente o… o llamaré a los niños!
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