Capítulo 541 Amor robado del cielo
Después de todo, Silvia ya estaba mayor y había vivido una vida cómoda, así que era normal que sufriera dolores de espalda por estar en el patio por tanto tiempo. Estaba sosteniendo su cintura mientras estaba sentada sin fuerzas sobre la silla de bambú en el patio, frunciendo el ceño de dolor. Al terminar de quitar las pocas malas hierbas que quedaban en el patio, me lavé las manos y le pasé un medicamento para aliviar el dolor a Silvia, quien frunció el ceño pues se negaba a aceptarlo.
—Son analgésicos. No son dañinos.
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