Capítulo 59 Un día horrible
De inmediato el silencio llenó la habitación; lo único que podía sentir era el ardor en mi rostro. Después de unos segundos miré a la mujer que tenía delante y en su rostro se podía notar la rabia, como si todavía se estuviera conteniendo. En eso Rebeca tiró de mí y dijo:
—¡Samara, me mentiste!
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