Capítulo 897 Un príncipe encantador celoso
Mi aparición repentina sorprendió a Salvador. Justo cuando estaba a punto de perder el control, vio a Álvaro detrás de mí e inmediatamente se puso de rodillas. —Señora Ayala, tiene toda la razón. Yo soy el de la culpa. ¡No lo volveré a hacer!
No le creí. Después de todo, árbol que crece torcido, jamás se endereza. Miré el rostro de su novia y sentí lástima por ella. No podía creer que hubiera estado enamorada de alguien como él. —Déjalo. No te merece —le dije. Sabía que sin importar lo que dijera, no serviría de nada, pero, aun así, tenía que decir algo. La mujer me miró confundida y ya no había rastro de las expresiones que llevaba antes, ahora se veía miserable y pálida.
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