Capítulo 1643 Una sonrisa calculadora
Los machos en todas las manadas, sin importar las especies, podían percibir el peligro en el menor tiempo posible, y estaba claro que aquel hombre negro no confiaba en Álvaro y en cuanto se dio cuenta de su intención, se alejó de nosotros.
—Vamos, Ayala, no te enojes, somos amigos. —El hombre sonrió mientras bajaba los brazos, luego extendió una mano muy amablemente y se presentó—: soy yo, Lucas, nos conocemos de hace tiempo.
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