Capítulo 54 Enferma y preocupada
Con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja, la señora Hernández había terminado de limpiar todo el chalé; no pude evitar girar a ver a Álvaro en espera de alguna indicación, no obstante, no dijo nada y solo se sentó a comer.
—Álvaro, ¿le pediste a la señora Hernández que viniera?
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