Capítulo 546 La verdadera sinvergüenza
Tomé a Rebeca de la muñeca y la llevé hacia la habitación del segundo piso.
—Es gracioso que me llames sinvergüenza cuando tú te has aferrado a él por tantos años y me has estado provocando una y otra vez con tus pequeños trucos. ¿Ves esta cama? Aquí es donde pasamos cientos de noches juntos; es donde he conocido su lado gentil y apasionado de cerca. ¡Aún recuerdo que me dijo cómo deseaba morir estando sobre mí!
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