Capítulo 1800 Drogados
Rebeca y el hombre bajaron después de que se sirvió la cena; el joven tenía tanta hambre que en el momento en que llegaron, estiró la mano para tomar un bocado, pero de inmediato Álvaro lo detuvo al golpear su mano con un tenedor. El hombre se quejó de dolor y estaba a punto de decirle algo cuando se encontró con su mirada, que al instante lo hizo reaccionar y huyó al baño.
—Muchas gracias, señor Ayala. Iré a lavarme las manos.
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