Capítulo 812 Indiferencia
Había decidido irme por la molesta presencia de Rebeca; ahora que ella se fue, claro que me iba a terminar mi platillo, así que me volví a sentar y seguí comiendo. Álvaro no parecía tener hambre y seguía poniendo comida en mi plato, era como si le fuera placentero verme disfrutar de la comida. Apenas me había comido la mitad de lo que nos sirvieron y ya estaba llena, pero él no dejó de darme comida.
—¿Estás alimentando a un cerdo? —pregunté, a punto de derrumbarme.
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