Capítulo 65 Esta casa nos pertenece a Álvaro y a mí
Me senté en la bañera con la mirada perdida, la cabeza me estaba dando vueltas mientras que una punzada de dolor recorría mi corazón. Nos habíamos visto desnudos el uno al otro más de una vez, así que no me daba pena que me viera tan vulnerable y le permití que me limpiara; pronto, el vapor comenzó a inundar el baño y el calor regresó a mi cuerpo. Luego de un rato me envolvió en una toalla, me sacó y me ayudó a ponerme el pijama; después me secó el cabello. No obstante, ni uno de los dos dijo una sola palabra. Cerré los ojos y me recosté mientras el cansancio me invadía.
—No te duermas, primero deja que te seque el cabello —dijo Álvaro y ya no sonaba enojado.
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