Enfriados por completo, todos se secaron en silencio el sudor frío, ya que el ambiente tenso les ponía los pelos de punta. Sin embargo, se resistían a marcharse, así que observaban el drama que tenían delante con gran interés, y sus ojos se centraban en Miguel, a quien Irene había llamado.
Miguel estaba aterrorizado, pues sabía que Sofía estaría resentida por cualquier cosa que dijera en ese momento. Prefería hacerse el muerto toda la noche, pero no esperaba que Irene lo arrastrara a la conversación.
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