Carmen pasó la noche cenando en casa de Sofía. Cuando terminó, tomó a Juicio, que llevaba una falda, por el arnés y se dirigió a casa. Juicio era irreconocible, ya que estaba cubierto de tatuajes y sus garras estaban pintadas de rojo brillante. Ya no podía decir si era un perro o una muñeca.
"Señorita, mi papá volverá a casa pronto. Así que necesito volver ahora. Vendré a jugar contigo de nuevo mañana. Necesitarás un curso completo de baile de oso para recuperarte, ¿de acuerdo?"
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