Dejando de aparentar, Marcos se levantó y miró a Nadia con una mirada ardiente en los ojos, un enorme contraste con su viejo y demacrado rostro.
—No me estoy entrometiendo en los asuntos de los Martínez, pero Cayetano era mi ahijado y mi amistad con Walter ha durado casi toda la vida. Ese amuleto es el último recuerdo que dejó Cayetano, así que hoy te ruego con humildad que le dejes conservarlo.
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