«A los hombres siempre les gustarán las chicas de entre dieciocho y diecinueve años, porque esa suele ser la edad en la que conocen al amor de sus vidas. Todos los que vinieron después de ella eran meros parecidos a ella. La persona a la que Miguel amaba cuando tenía dieciocho años era ella, Irene Rodríguez. Y yo, Sofía, no soy más que un recipiente para que él rememore la felicidad que tuvo con ella hace tantos años».
El viejo Flecha e Irene estaban jugando al ajedrez juntos. En ese momento, Sergio se acercó con su perro. Había estado trabajando horas extras en la empresa durante los dos últimos días y no se había enterado de la llegada de Sofía. En cuanto vio a Irene y a Sofía, bromeó:
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