Había demasiada gente que quería ver a Camilo, así que la clase de Sofía todavía tenía que hacer cola cuando lo visitaban. Los delegados de clase habían establecido un horario, y la clase de Sofía tendría que esperar hasta el día siguiente para visitarlo. Como resultaba ser un sábado, no tenían que asistir a clase. Todos acordaron reunirse con Camilo por la tarde.
Sofía pensó que no podía visitarlo sin llevarle un regalo, como mínimo. Al llegar a casa, echó un vistazo a la despensa y comprobó que tenían de todo, más o menos. En particular, tenían una tonelada de anguila, junto con un montón de carnes exóticas.
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