Practicaron la formación por la tarde, hasta que fueron las cinco y veinte, entonces todos se reunieron y se pusieron en fila, lo más rectos posible mientras el comandante Fernández miraba su reloj.
—Ya les he dicho las reglas. A las cinco y media empezarán el último entrenamiento del día, y la cafetería n.º 2 abre a las seis en punto. Recuerden que el arroz y la carne son para los lobos, y en cuanto a los perros, ¡sólo podrán comer tierra!
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