Por supuesto, Anna y Nicole fueron tratadas de manera muy distinta. A esta última solo se le podía marginar mientras estaba sentada sola en el sofá de la sala de estar, visiblemente inquieta. Nadie de la Familia Edwards la recibió con alegría, ni siquiera el perro que descansaba en la sala de estar le prestó atención.
En cambio, Anna recibió una cálida bienvenida. Fue recibida con abrazos sinceros y se sirvió té tan pronto como ella y sus dos hijos se sentaron en el sofá, mientras los mayores la recibían cortésmente en persona.
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