La imagen de Caye aparecía en los periódicos. En una época de dificultades económicas, una persona que sabía de fotografía, que podía permitirse comprar una cámara avanzada y cara, y que visitaba a menudo el restaurante de alto nivel donde trabajaba Angelina, esos signos ilustraban que era rico. A juzgar por su bonita letra, no parecía el hijo de un nuevo rico, así que podría haber nacido en una familia de eruditos.
Era evidente que era un hombre paciente y amable. Por el diario de Angelina, Sofía pudo entender que aquella era feliz cuando era capaz de utilizar palabras sencillas para describir cada mínimo detalle de su relación con él.
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