Sophia observó al niño rodando en el suelo y se asustó mucho. ¡Oh no, he metido la pata en grande! Rápidamente guardó los chupetines al lado de la caja registradora.
Al escuchar los llantos de los niños, a Michael le empezó a doler la cabeza. El director y el equipo de filmación no sabían qué hacer, mientras que varios padres jóvenes estaban completamente desconcertados al intentar calmar a los niños.
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