Capítulo 60 ¡Ni siquiera lo pienses!
Nahuel había encontrado, de alguna manera, una alfombra en el suelo, y se sentó en ella sosteniendo una rebanada de sandía en cada mano. A su lado había media sandía envuelta en un plástico, que Sofía había seleccionado el día anterior. La sandía parecía fresca y dulce, y ella podía imaginarla tan fría como un batido, derritiéndose justo en su boca al morderla; sólo con imaginarlo, Sofía casi babeaba al mirarlo.
Una compañía estaba dando vueltas y, cuando pasaron junto a Nahuel, todos miraron mientras el instructor de instrucción decía:
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