"¿Deuda? ¿Qué deuda?" preguntó Cayetano de inmediato.
Con una expresión insondable, Daniel frunció el ceño mientras estudiaba en silencio la palma de Cayetano. "Señor Martínez, lo he dejado muy claro. Alguien ha pagado su deuda, ¡pero ella aún no ha pagado la suya! Me temo que tanto usted como ella tendrán que pagar esta deuda".
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