Capítulo 17 ¡Eres tan desagradable! ¡Habla con propiedad!
Sofía había investigado mucho sobre esas cuatro grandes familias, y Héctor también le había dejado claro con anterioridad que se mantuviera alejada de la gente con esos cuatro apellidos, para evitar problemas innecesarios.
Las cuatro grandes familias eran increíbles, ya que tenían sus propios puntos fuertes: los Egusquiza tenían las riquezas del mundo, los Guerra tenían un poder inmenso, los Flecha eran la familia militar número uno y los Martínez estaban bien conectados con gente de todo el mundo. Todas ellas constituían las principales élites de Ciudad Bahía.
El tacaño padre de Sofía, José, también era miembro de la familia Egusquiza, que era una de las cuatro grandes familias. Sin embargo, era un bastardo, por lo que estaba alejado de la familia Egusquiza de Ciudad Bahía. Hacía tiempo que había sido excluido de las fuerzas principales de la familia Egusquiza, y no tenía ninguna posibilidad de relacionarse con ellos.
Podía ser un bastardo marginado, pero seguía siendo un miembro de esa prestigiosa familia. Tener el apellido Egusquiza hacía que todo fuera diferente para él.
Sofía se había graduado en la Secundaria Bahía del Sur y ahora continuaba sus estudios en la Universidad de Bahía. Sin embargo, no había tenido la oportunidad de conocer a nadie de las Cuatro Grandes Familias, porque eran de una sociedad aún más elevada, aunque todos sus compañeros de clase eran de familias adineradas.
Las Cuatro Grandes Familias estaban fuera del alcance de la gente rica normal, lo que significaba que se necesitaba una cantidad increíble de suerte para conocer a alguien perteneciente a ese estrato de la sociedad.
«Miguel tiene una cantidad enorme de riqueza y poder. ¿Podría ser por tanto un miembro de la familia Flecha?».
Ella no podía entender el mundo de los ricos.
Durante el desayuno, fingió ser tímida mientras bajaba la cabeza para comer en silencio. Se disfrazó de dama, masticando con lentitud y bebiendo en silencio su sopa de arroz.
Sin embargo, el hombre sentado al otro lado fue capaz de terminar su comida en sólo cinco minutos. En cuanto terminó su comida, se levantó de inmediato y le dio una orden.
—Chica, te doy cinco minutos para que termines tu comida. Te espero en el coche. —Con eso, se dio la vuelta y se fue.
Sofía esperó a que él saliera por la puerta para volver a su lado animal y meterse dos bollos en la boca antes de engullirlo todo.
Incluso lo regañó mientras comía. «¡Pervertido!».
Después de comer dos bollos y dos cucharadas de gachas, se apresuró a tomar su bolso y salió por la puerta con sus tacones de 8 cm.
El repentino cambio de los zapatos de lona a los tacones altos la hacía sentirse incómoda cuando los llevaba puestos. Llevaba una falda blanca que le cubría las rodillas, haciéndola parecer un solitario loto blanco en ese mundo caótico, mientras que el brillante collar de diamantes le pesaba en el cuello. Aunque a ella no le gustaba ninguno de esos accesorios, a Miguel le gustaban.
Cuando se dirigió tambaleándose al coche, él ya la estaba esperando en el asiento del copiloto. En cuanto la vio, frunció las cejas y miró su reloj de pulsera antes de alcanzar su muslo blanco como la nieve con sus cinco dedos.
—Han pasado 8 minutos, así que llegas 3 minutos tarde, pero teniendo en cuenta que eres nueva aquí, no te castigaré. No habrá una próxima vez.
Sofía estaba furiosa con él.
«Ni siquiera puedo ponerme el lápiz de labios en 5 minutos».
Sin embargo, Miguel era el que mandaba, así que sólo podía seguir sus instrucciones. De inmediato, se obligó a ser tímida y respondió con voz dulce.
—Maridito, me he caído hace un rato. Te prometo que no habrá una próxima vez. Luego, bajó la cabeza y mostró una expresión de disgusto—. También tengo el periodo y el vientre me está matando. No te preocupas por mí en absoluto, maridito.
«Necesito fingir que soy frágil para poder protegerme. Los hombres suelen ser bastante protectores con las chicas más débiles. Sin duda se sentirá mal por torturarme después de verme así».
Después de escuchar sus palabras, él también tenía una expresión sombría, mientras ella lo miraba de forma inocente con sus atractivos ojos.
Un minuto de extraño silencio después, él golpeó su palma en el muslo de ella.
—¿Por qué hablas así? ¡Eres tan desagradable! Habla con propiedad.
Sofía fingió estar furiosa por la ignorancia de Miguel, así que frunció los labios y permaneció en silencio.
Al fin, él retiró la mano antes de soltar el embrague para arrancar el coche y conducir en dirección a la Universidad de Bahía. Mientras conducía, pensó: «Tengo que darle una lección a esta chica; si no, se me va a ir de las manos. Aunque se comporte como una persona amable por fuera, nadie sabe lo que piensa en su interior».
Siguió pensando para sí mismo, «Saqué tiempo de mi apretada agenda para llevarla yo mismo hasta la universidad, así que la pequeña relación entre nosotros debe haber mejorado de alguna manera. Según este progreso, nuestra consumación no está muy lejos».
A pesar de que él se sentía bien consigo mismo, nunca imaginaría la cantidad de veces que Sofía había pensado en él como un pervertido a lo largo del camino.
Poco después, el coche se acercaba a la Universidad de Bahía, así que ella se apresuró a decir:
—Maridito, vamos a parar el coche aquí. Puedes dejarme aquí.
A la gente de la universidad le encantaba el chisme, porque la gente rica solía ser sensible a las posesiones materiales de los demás. Si alguien cambiaba el coche que llevaba a la universidad, la noticia se extendía de inmediato como un reguero de pólvora. Entonces, los demás estudiantes especulaban sobre la riqueza de la persona en función del precio y la calidad del coche, para poder determinar si valía la pena hacerse amigo de dicha persona.
Incluso el tono de lápiz labial de tu mejor amiga sería suficiente para juzgar en un instante el estado financiero reciente de su empresa.
Sofía pensó: «El coche de Miguel, si no me equivoco, es el último Bugatti Veyron descapotable y sólo hay diez en el mundo. Las únicas personas de Ciudad Bahía que pueden permitirse conducir un coche tan caro son de las Cuatro Grandes Familias, o el presidente de una empresa. Si me bajo de un coche como este, mi identidad será expuesta y puede que incluso exponga la identidad de Miguel también. Entonces, seré noticia de primera plana para que todo el mundo me critique».
Miguel le hizo caso y paró el coche, ya que no se había dado cuenta de que su coche llamaría mucho la atención.
«Si llego a la Universidad de Bahía en este coche, me temo que le traeré muchos problemas innecesarios a esta chica».
Justo cuando ella estaba a punto de bajarse del coche, él la agarró de los brazos con cara de lujuria.
—¿No vas a darme un beso de despedida?
Ella se hizo la tímida y le apartó la mano de un manotazo.
—¡Cariño, eres muy malo!
Y así, en cuanto bajó del coche, salió corriendo con sus tacones de 8 centímetros, como si la persiguieran unos demonios...
Los labios de Miguel se crisparon mientras murmuraba:
—¿Tanto miedo doy?
Cuando ella se fue, hizo unas cuantas llamadas telefónicas.
—¿Qué? ¿Una conferencia de prensa para una nueva película? ¿No ha dejado de estrenarse esa película en los cines? ¿Qué nueva película es esta?
Hubo un momento de silencio.
—Oh, he estado en muchas películas, así que lo he olvidado. Posponlo una hora. Ya que quieren decir que estoy siendo una diva, les mostraré cómo es en realidad una diva.
»Héctor, recuerda recoger a Chica de la Universidad de Bahía a las 6PM.
»Gabriela, vigílala.
Después de huir de la línea de visión de Miguel. Sofía dio un enorme suspiro de alivio. «¡Su aura es tan aterradora!».
Por lo tanto, se escondió en un rincón cerca de la puerta de la universidad y masticó un chicle para calmarse.
La Universidad de Bahía era una de las zonas más pintorescas de la Ciudad Bahía, porque los niños ricos de la ciudad acudían ahí para estudiar. La mayoría de ellos no estaban casados, por lo que mucha gente esperaba enamorarse de uno de ellos en la puerta de la universidad. Por eso, mucha gente se reunía a las puertas de la Universidad de Bahía, porque querían casarse con una familia rica. Sin embargo, Sofía pensó que esa gente sólo estaba fantaseando, porque nunca había visto a un estudiante rico salir por esas puertas, y todos ellos viajaban en lujosos coches, sin entrar jamás en el campus a pie.
Además, la escuela tenía un estricto control de acceso, por lo que los extraños tenían prohibida por completo la entrada a la universidad. Aun así, las puertas de la Universidad de Bahía seguían tan animadas como siempre.
Sofía escupió su chicle y se escondió en un baño público. Cuando reapareció, su aspecto había cambiado por completo.
Su falda larga blanca se había convertido en un pantalón de verano, corto en extremo, que dejaba ver sus bonitos muslos, y su par de tacones altos se cambió por un par de zapatillas negras. Se ató el pelo rizado y femenino en un moño y lo ocultó bajo una gorra de béisbol. Luego, masticó un chicle y se puso a escuchar música mientras entraba en la escuela.
Sin embargo, lo que ella no sabía era que aquel proceso, en el que había mascado el chicle y se había cambiado de ropa, se había convertido en una transmisión en vivo, de alta definición, que estaba conectada directo al teléfono de Miguel.
Cuando él vio sus hermosas y largas piernas, dejó escapar un vago suspiro.