Sin embargo, Lorenzo permaneció en silencio todo el tiempo. De repente, la música que sonaba en la sala de banquetes cambió. Con un micrófono en la mano, José caminó emocionado hacia el centro del escenario y su voz fuerte estaba llena de extrema alegría mientras gritaba:
—¡Damas y caballeros, bienvenidos al banquete de la reunión de la familia Egusquiza!
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