Cayetano golpeó repetidamente la pared con fuerza mientras sollozaba con una voz gutural. Estaba inconsolable, llorando sin cesar.
Pasaron más de diez horas mientras Nicole observaba cómo Cayetano custodiaba la entrada del quirófano. No descansaba ni comía; en cambio, permanecía en silencio, mirando hacia la pared mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
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