Al final, Carmen redactó una carta de compromiso prometiendo que nunca volvería a cortar el pelaje de los gatos Imperiales. Algunas de sus almohadas fueron confiscadas como multa, lo que finalmente puso fin a este caso.
Con la expansión gradual de su tienda en línea, los pedidos comenzaron a llegar a una velocidad tal que no tenía suficientes materias primas. De lo contrario, no habría tenido el valor de cortar el pelaje de esos gatos Imperiales.
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