Al escuchar sus palabras, Sofía se quedó anonadada por completo. Incluso Nahuel miraba a Ricardo con incredulidad.
Sofía hizo una mueca de disgusto: «¿ser enterrada en la tumba ancestral de la familia Heredia después de la muerte? ¡Vaya regalo!». Sofía sintió que debía arrodillarse y dar las gracias al Señor.
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