«Si se muda a vivir cerca de la escuela, eso significa que saldremos juntos de casa. ¡Alguien nos verá tarde o temprano! ¡No quiero que los demás sepan que soy una mujer casada! ¡Sólo soy una chica de 19 años! ¡Todavía soy una niña!».
Miguel observó cómo la expresión de la pequeña cara de Sofía pasaba de la conmoción a la decepción, antes de convertirse en frustración y en una sonrisa falsa, todo ello en pocos segundos. Sin embargo, seguía siendo una mujer joven y él había aprendido a leer las micro expresiones, por lo que sería incapaz de ocultar sus pensamientos delante de él. Era sin duda una gatita salvaje, pero sólo podía fingir ser una gata obediente cuando se enfrentaba a un tigre como él. «Está claro que quiere arañarme con esas patitas, pero sólo puede maullar para que la acaricie. ¡Es una sensación tan grande!».
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