Celso dio un suave sorbo a su taza de café. Su delicada manicura tenía cristales, que brillaban.
—Siempre me ha gustado ser una chica desde muy joven, pero mi familia no me lo permitía. Mi padre falleció cuando yo era pequeño y mi madre se volvió a casar. Nunca tuve muchos amigos por aquel entonces, y sólo Sergio estaba dispuesto a jugar conmigo. Nunca le caí mal. Al principio quise confesarme con él justo después de que termináramos el examen de ingreso a la universidad, pero no esperaba que fuera a servir en el ejército. Mi familia me envió al extranjero para recibir psicoterapia, y fue entonces cuando me fui al extranjero.
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